Siria: el Director Regional de JRS traslada la situación a responsables de las políticas que afectan a las personas víctimas de este conflicto

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Los últimos acontecimientos en Siria -la ofensiva contra Siria puesta en marcha por Estados Unidos en coordinación con Reino Unido y Francia tras el reciente bombardeo químico en Duma- resaltan la urgencia de alcanzar un compromiso para proteger a la población en Siria y contribuir a la resolución del conflicto poniendo en el centro a la población civil, tanto en Siria como las personas refugiadas en países vecinos. 

Con este objetivo, Nawras Sammour SJ, el Director Regional para Siria, Jordania, Líbano e Irak del Servicio Jesuita a Refugiados (JRS), socio estratégico de Entreculturas, llevará a cabo una serie de reuniones esta semana en su visita a Madrid, en el marco de la campaña “7 años Siria”, realizada en conjunto con nuestra ONG hermana Alboan.

La difícil situación de Siria, que Sammour conoce de primera mano, junto con los principales reclamos para proteger a la población civil tanto en espacios de conflicto como en los países de acogida como Líbano mediante la educación y el reasentamiento en Europa, serán el objetivo de la agenda política que hemos preparado desde Entreculturas. Así, mantendremos reuniones con responsables de dos Ministerios: la Oficina de Derechos Humanos del Ministerio de Asuntos Exteriores y la representación española en la negociación de los Pactos Globales. Asimismo, tendremos la oportunidad de dialogar sobre la situación de personas refugiadas sirias en España y las cuotas de reasentamiento con representantes del Ministerio del Interior.

Desde que comenzó la guerra en Siria en 2011 se estima que más de 5,5 millones de personas han huido del país, 6,1 millones se han desplazado internamente, 450.000 personas ha perdido la vida y 1,5 millones han resultado heridas. En este periodo de tiempo, 2'4 millones de niños y niñas sirias han visto interrumpido el ejercicio de su derecho a la educación: 1'75 mil siguen en Siria y 730 mil se encuentran en países limítrofes como Líbano. A lo largo de estos 7 años de conflicto, uno de cada tres centros escolares sirios han sido destruidos o están destinados a otros usos.

En el caso de Líbano, las organizaciones locales, como JRS,  advierten que hay más de 290.000 niños y niñas que no acuden a la escuela. Aunque el Gobierno libanés hace esfuerzos para proveer de educación a las niñas y niños sirios, el sistema educativo se encuentra desbordado y muchas ONGs están asumiendo, con el curriculum libanés, la labor de educación de estos niños y niñas.

Desde Entreculturas pensamos que los retos actuales de la educación en emergencias por conflictos pueden resumirse en los siguientes:

1. Proteger y hacer efectivo en la práctica el derecho a la educación a niños y niñas que viven en países afectados por conflictos y niños y niñas desplazados forzosos. Las escuelas deben ser espacios seguros. Hay que reforzar los sistemas de supervisión y elaboración de informes sobre violaciones de derechos humanos que afectan a la educación e imponer las sanciones adecuadas.

2. Velar por la equidad en la educación en contexto de conflictos armados, especialmente para las niñas y los pertenecientes a colectivos más vulnerables como aquellos con menos recursos económicos o con discapacidades. La educación de calidad debe tener carácter universal y ampliar el concepto de educación obligatoria para incluir el primer ciclo de educación secundaria. Además, hay que mejorar la calidad de la educación, en factores como formar a docentes, reducir la ratio alumnos/docente, aumentar la participación en la gestión y velar porque la educación sea inclusiva, es decir, que valore la diversidad como una riqueza y que se adapte a las necesidades específicas de las minorías y poblaciones refugiadas y desplazadas.

3. Reconocer el papel de la educación -de una educación de calidad, equitativa, inclusiva- en la promoción de una cultura de paz, creando sistemas de educación inclusivos, en los que se aprendan valores de tolerancia, respeto mutuo y la capacidad de convivir pacíficamente. España debe recuperar e invertir en una política pública de cooperación al desarrollo (AOD) robusta ya que 8 de cada 10 personas refugiadas viven en países menos desarrollados y limítrofes con las zonas de conflicto por lo que los Gobiernos de acogida necesitan fortalecer sus políticas de integración para que las personas refugiadas pueden ejercer sus derechos, como el de la educación. a este fin, es fundamental aumentar la AOD destinada a educación básica que se ha reducido en un 90% en sólo siete años, a través de la asignación a esta partida de, al menos, un 8% de la AOD. 

En esta línea, y en consonancia con algunas prácticas recientes de la Comunidad Internacional y de la UE, que en 2016 dedicó un 6% de su presupuesto en ayuda humanitaria a la educación en emergencia y en 2018 se propone aumentar a un 8%, resulta esencial que España destine, al menos, un 4% del presupuesto en ayuda humanitaria a educación y que dicha cifra alcance, eventualmente, un 6%.

4. Recomendamos que el papel de España en los diferentes espacios internacionales -en particular en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas- sea el de impulsar de manera decidida el respeto al Derecho Internacional Humanitario (DIH) y al Derecho Internacional de los Derechos Humanos (DIDH) en lo que respecta a la protección de las escuelas, encaminada a la creación de espacios seguros para los niños y niñas en contextos bélicos y garantizar de manera efectiva el derecho a la educación en situaciones de conflicto y emergencia. 

Desde Entreculturas, señalamos la necesidad de generar un firme compromiso de apoyo financiero a Siria en la próxima conferencia internacional Apoyo al futuro de Siria y la Región, que tendrá lugar en Bruselas los días 24 y 25 de abril.  Sabemos que la educación es clave para restaurar la esperanza en el porvenir y el potencial de millones de niños y niñas que viven en países afectados por conflictos o que son refugiados y desplazados. La mayoría de la población refugiada lo seguirá siendo por una media de diecisiete años. No podemos renunciar a educar a toda una generación de niños, niñas y jóvenes.