Fernando Monsalve: “La educación es la herramienta fundamental para el cambio social”

"Acercar la realidad del sur". Ese es el objetivo principal de Entreculturas, una ONGD jesuita con 27 sedes en el territorio nacional y que trabaja en América Latina con Fe y Alegría y el Servicio Jesuita a los Refugiados, a la cual se acercan de forma más directa a través de su programa de voluntariado. Cuentan con proyectos como la carrera solidaria del Parque del Alamillo o La Silla Roja; precisamente este último ha sido uno de los más relevantes para concienciar a la sociedad de la carencia de educación que tienen millones de niños en el mundo de hoy.

 

Cuéntenos de primera mano, ¿qué es Entreculturas?

Entreculturas es una ONGD de educación para el desarrollo. Intentamos fomentar la educación como instrumento y herramienta de cambio social. Nos intentamos acercar a la realidad del sur. Trabajamos con dos socios locales, tanto en América Latina como en África, que son Fe y Alegría y el Servicio Jesuita a los Refugiados. Entre las tareas que realizamos está acercar esa realidad del sur. Por un lado, en forma de financiación de proyectos, que nos llegan sobre todo a través de estos dos socios locales. Esa financiación la buscamos tanto en administraciones públicas como en donaciones privadas, empresas, socios donantes, etc. Por otro lado, esa realidad del sur intentamos tenerla presente o acercarla a través de los voluntarios.

Tenemos dos programas de voluntariado internacional; uno que es de larga duración, de uno o dos años, a personas que quieren tener una experiencia en Latinoamérica o África de ese tiempo; y otro programa para los voluntarios y colaboradores de Entreculturas que es para tener una experiencia en verano. La idea con la que trabajamos con el sur es sobre todo en clave de encuentro intercultural con un elemento importante de cooperación. Pero lo que buscamos es acercar esas realidades.

Tenemos 27 delegaciones en España, donde trabajamos especialmente la sensibilización y la concienciación sobre la realidad, desigualdad e injusticia que hay en esa realidad del mundo. Y lo trabajamos a través de campañas de sensibilización, fundamentalmente. Después también tenemos la idea de tener una incidencia pública y política. Queremos que el mensaje llegue a la opinión pública y a las administraciones con la idea de entender qué es este problema de la desigualdad en el mundo, que es una cuestión que tenemos que trabajar entre todos.

 

 

 
Texto y fotos: Juan Ignacio Lechuga

 

 

¿Cómo resumiría el objetivo principal de Entreculturas?

Nosotros entendemos que la educación es la herramienta fundamental para el cambio social y la transformación social. Por eso trabajamos lo que es la educación para el desarrollo en esa clave. Entendemos que la educación tiene que ser el instrumento, tanto en el sur como en el norte, de cambio de la transformación social.


¿Qué os une a Aecid (Agencia Española de Cooperación Internacional para el desarrollo)?

Las delegaciones funcionamos con voluntariados, y después hay una delegación en Madrid que lleva todo lo que es la colaboración, convenios y demás con administraciones públicas. Esos temas lo gestionan los técnicos.


¿Qué hace a nivel local Entreculturas en Sevilla?

Aquí tenemos un programa que es la Red Solidaria de Jóvenes, donde se trabaja con jóvenes de 12 a 18 años en centros educativos en esa línea de sensibilizar y concienciar la realidad del sur. Surgió en Andalucía y se extendió a las otras delegaciones hace 12 años. Es el único programa de actuación directa con población. Las demás campañas son en clave de sensibilización con la realidad del sur. Por ejemplo, la campaña que tiene más incidencia pública es La Silla Roja, de sensibilización sobre el tema de la imposibilidad de una educación de calidad de millones de niños en el mundo. A través de La Silla Roja, que simboliza ese niño que no tiene derecho a una educación de calidad, trabajamos todo el proceso de sensibilización, concienciación y acciones de calle. Ese tipo de campañas son las que realizamos, y lo intentamos llevar al ámbito educativo, a colegios, institutos y universidades. Tenemos un convenio con la Universidad Pablo de Olavide, actividades con la Universidad de Sevilla, créditos de libre configuración. Concretamente en la delegación, según los voluntarios que tenemos, se van realizando actividades de este tipo. Llevar las campañas a distintos sitios. De hecho ahora están preparando una actividad en el Centro Arrupe, que la llamamos ‘Noche de Té y Solidaridad', donde vienen a contar experiencias voluntarios internacionales que han estado en el sur. Una actividad fuerte que tenemos desde hace tres años es la carrera solidaria en el parque del Alamillo. Este año está dedicada a Ecuador, el año pasado en El Congo y la anterior en Haití. Organizamos semanas de Entreculturas en centros educativos con los que tenemos contactos y actividades.

Hablabas de los voluntarios; ¿qué número estimado tenéis aquí en Sevilla?

Tenemos 20 voluntarios más nueve chicos más del grupo +18, que es un grupo que ha empezado este año de chavales que han estado en el programa de la Red y, al cumplir la mayoría de edad, ya no pueden participar en ese programa. Se van incorporando a las delegaciones para seguir formándose y hacer actividades.


En cuanto a las acciones de calle que comentabas, ¿podrías ponernos un ejemplo?

El año pasado, dentro de la campaña de La Silla Roja, organizamos con la Red Solidaria de aquí de Sevilla una acción de calle en la Alameda, donde pusimos una silla gigante roja junto con un stand informativo e hicimos actividades, talleres con chavales, un teatro, etc.


¿Qué repercusión está teniendo el proyecto de La Silla Roja? ¿Ha conseguido su finalidad?

La finalidad de esa campaña es sensibilizar. No tiene una finalidad recaudatoria, sino tomar conciencia de la necesidad educativa que hay en muchos países del mundo. Es una campaña que se inicia con fuerza en el comienzo del curso escolar, con la idea las matriculaciones y tal, para hacer hincapié en que hay muchos millones de niños que no tiene acceso a la escuela. Ese fue el primer año; el segundo nos enfocamos no solo en los que no tienen acceso a la escuela, sino los que acceden y no tienen educación de calidad, no llegan a cumplir el ciclo básico o no tienen las posibilidades de completar una educación en condiciones; este tercer año enfocamos la idea de cómo la educación tiene que ser un factor de educación social. La escuela tiene que ser un lugar donde se incluya a las personas, y no se excluya, por temas de sexo, raza, necesidades especiales, etc.


En cuanto a los voluntarios, ¿cómo trabajáis con ellos?

Son equipos de trabajo que organizan sus actividades: sensibilización, actividades de calle y demás; la idea es trabajar en equipo. Se requiere un mínimo de compromiso de tiempo a la semana, donde los equipos se reúnen para planificar las actividades. Un requisito que ponemos es el tema de la formación. Para sensibilizar y concienciar sobre realidades del sur, de pobreza y desigualdad, necesitamos una formación, y sobre todo en momentos actuales de crisis, más. Cuando tenemos acción de calle, tenemos muchas personas que nos preguntan que por qué nos centramos en las personas que están lejos y no las que están cerca. Y tenemos que justificar un poco también la necesidad de colaborar con todas las realidades. Planteamos la necesidad de una mirada global en el mundo. Aunque actúes localmente, siempre hay que tener una mirada global. A nivel internacional tenemos otro voluntariado, esa experiencia de uno o dos años, que tiene nueve meses de formación. Cada 15 días tienen sesiones formativas para que después puedan tener la experiencia en el sur.


¿Cómo se mantiene Entreculturas económicamente?

Hay muchas organizaciones en las que la mayor parte del presupuesto dependía de la Agencia Estatal de Cooperación Internacional, y sabemos que ha habido un recorte del 70 por ciento, con lo cual ha hecho muchos daños a las organizaciones. Muchas han tenido que cerrar, otras se han fusionado. Nosotros concretamente el presupuesto que tenemos es un 40 por ciento de proyectos que se presentan a las administraciones públicas y un 60 por ciento viene de empresas y donantes privados. Dentro del presupuesto que viene de administraciones públicas, un 25 por ciento era de la Aacid, y ahí es donde más se ha recortado. La organización, en el momento en que hay un recorte tiene que intensificar las donaciones y la participación de las empresas privadas.


En lo relativo a infraestructuras, estáis ubicados en el Centro Arrupe. ¿Qué os une con los Jesuitas?

Entreculturas es una ONG de fundación jesuita, y estamos en el entorno de la orden que fundó la organización. Entreculturas surge dentro de la Federación Internacional de Fe y Alegría, que surgió en 1962 en Venezuela. A partir de ahí se fue extendiendo por 19 países de Latinoamérica, y después se fundó Fe y Alegría España. Era distinto trabajar desde el norte y desde el sur, aunque la finalidad fuera común. Por tanto, se convirtió Fe y Alegría España en Entreculturas. De hecho el nombre completo es Entreculturas Fe y Alegría. Al ser de fundación jesuita, tenemos la sede aquí, en cuanto a que el Centro Arrupe es un centro jesuita de fe, cultura y justicia. Aquí hay grupos relacionados con la fe, relacionados con la cultura y relacionados con la justicia. De hecho, en nuestra organización, aunque sea de fundación jesuita, no es necesaria la creencia ni la fe.

Precisamente te iba a preguntar por eso. ¿Se puede colaborar con Entreculturas sin ser creyente?

No es un requisito ni para los voluntarios, ni para destinatarios. Es un elemento de la identidad. Nuestra identidad tiene un componente cristiano, de valores cristianos, pero que son valores compartidos con cualquier persona. Son valores humanos, el humanismo cristiano. No es un requisito la creencia ni la práctica religiosa. Está abierto a todo el mundo. De hecho tenemos voluntarios creyentes, no creyentes, internacionales. Es verdad que van a proyectos donde el socio local es también una entidad cristiana, pero no es necesario tener esa práctica religiosa ni colaborar en cuestiones religiosas allí. La finalidad para nosotros es el cambio social y la transformación social, desde valores humanos que podemos compartir todos.

Teniendo en cuenta la ubicación en la que estáis, ¿la mayoría de los voluntarios atienden a esa ideología cristiana?

Es verdad que hay un porcentaje muy alto de gente que colabora con nosotros que es del entorno jesuita, porque somos más conocidos. Pero normalmente las personas que se acercan vienen motivadas por el aspecto social, y no tanto el religioso, que lo pueden compartir o no. Por ello no vas a trabajar mejor ni te vas a sentir mejor. Lo fundamentamos en valores solidarios, de justicia y transformación social.