Chad, esperanza en tiempos convulsos

Chad sería actualmente un país tranquilo de no haberse convertido en el parapeto de los miles de refugiados que huyen del conflicto de Sudán. Su guerra civil finalizó en 1998, momento en el que fue escrita su constitución e Idriss Déby fue elegido presidente. Desde entonces, la sobreexplotación de sus recursos pretrolíferos -cuyas ganancias van destinadas a la compra de armas-, y la desesperación motivada por la acción de los grupos rebeldes y por el goteo incesante de refugiados sudaneses así como de desplazados internos se han convertido en las principales lacras de un país que prometía ser el ejemplo a seguir para el resto de África.

Según ACNUR, desde que el conflicto de Sudán se extendiera a Chad a través de Darfur, unos 120.000 chadianos han sido desplazados internamente y alrededor de 20.000 han cruzado la frontera huyendo del hostigamiento generado por diversos grupos armados y el incremento de la inseguridad. De hecho, a esta última cifra habría que añadirle los 9.000 nuevos desplazados que, según la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), provocaron los últimos enfrentamientos registrados en Chad a finales de marzo. Por su parte, Chad acoge a cerca de 230.000 refugiados sudaneses repartidos por los 12 campos que el ACNUR supervisa en dicho territorio.

El incremento masivo de población y las pérdidas de cosechas que provocan los constantes enfrentamientos rebeldes y las incursiones de milicias procedentes de Darfur hacen que el riesgo de una hambruna esté cada día más al acecho en Chad. Sobre todo cuando, a causa de la inseguridad, los proyectos de abastecimiento del Programa Mundial de Alimentos (PMA) se han visto suspendidos en algunos puntos de la región.       

 

Una veta de esperanza

Sin embargo, a la población de Chad aún le quedan fuerzas para resistir y buscar soluciones. El Centro de Estudios y de Formación para el Desarrollo (CEFOD) fue creado en 1966 a petición del, por entonces, Jefe de Estado chadiano M. Tombalbaye con objeto de responder a las necesidades formativas de los ciudadanos en el ámbito económico y social. Actualmente, el CEFOD se presta como una plataforma de reflexión crítica, de diálogo y de intercambio de posturas más allá de las divisiones étnicas, políticas y religiosas. El propósito es promover la formación y la participación ciudadana en pro de conseguir una sociedad pacífica, democrática y desarrollada.

A finales de marzo, Richard Erpicum, Director General del CEFOD, y Antoine Berilengar Dathol, Director administrativo y financiero, visitaron nuestra Sede Central para estrechar los lazos con Entreculturas. Reproducimos a continuación algunas partes de la entrevista:

 

¿En qué aspectos de la realidad centra su trabajo el CEFOD?

CEFOD apuesta por su contribución a la transformación de la sociedad chadiana mediante campañas o lobbys. Por ejemplo, se ha trabajado con UNICEF sobre los derechos de los niños (tienen una publicación al respecto "Children rights"), incidiendo en la educación como una medida concreta y urgente. En primer lugar es importante mejorar el concepto de los derechos de los niños que actualmente tiene la sociedad y, a continuación, presionar para que el gobierno se manifieste al respecto y no sólo firme acuerdos sino que los ejecute. Por ahora, hay algunos aspectos que deben abordarse, por ejemplo, el hecho de que si los padres deciden no enviar a sus hijos a la escuela no exista coacción sobre ellos. Tampoco el Gobierno hace posible que la educación sea gratuita para todos, lo cual fomenta el que los niños y las niñas crezcan en un contexto de violencia. Y, dado que aún se trata de una cuestión secundaria en nuestro país, nos parece importante exigir la igualdad de derechos para las mujeres de Chad. El Gobierno debería invertir más dinero en las niñas para conseguir la equidad de género.

 

¿Cómo es el contexto actual de Chad y cómo influye en la educación?

Chad está sufriendo en estos momentos el embate del conflicto de Sudán, además de sus propios conflictos originados por milicias rebeldes. Esto origina numerosos desplazamientos internos que acaban provocando también la explotación de los niños en múltiples aspectos, fundamentalmente, en su reclutamiento como niños y niñas soldado. En CEFOD no trabajamos directamente con este fenómeno, pero sí que es nuestro reto conseguir que la población entienda que los niños son las últimas personas que deberían sufrir las consecuencias de los conflictos. Especialmente, en el caso de las niñas, sobre las que además se ejerce una violencia sexual y con las que se trafica.

En este contexto, por lo tanto, mucha gente joven se mueve en busca de una vida mejor. En el campo, además de la inseguridad, las condiciones de vida son muy duras y las consecuencias del cambio climático (fuertes sequías seguidas de lluvias torrenciales) hacen de la agricultura una actividad muy inestable, por lo que las familias se desplazan a las ciudades buscando una alternativa. El problema es que muchas niñas, jóvenes y adultas, al desplazarse, pierden la posibilidad de acceder a la educación. Es necesario enviarlas a la escuela y mantenerlas allí  tanto tiempo como sea posible. Para que puedan ser libres y controlar sus propias vidas.

Nuestro objetivo es, pues, identificar todos estos problemas y hacer reflexionar a los organismos nacionales e internacionales sobre las causas que los originan y las soluciones que podrían aplicarse. La cuestión de los desplazados en Chad es un problema global y necesita por ello una visión global. Mucha gente llega en grandes vehículos a dar su ayuda humanitaria y su comida, pero hace falta ir más allá, tener un diálogo para que el Gobierno y las demás instituciones responsables se hagan cargo de la situación y garanticen el respeto de los derechos humanos más básicos.

 

¿Qué podemos hacer desde aquí, desde Entreculturas, desde el Norte?

Poner la atención en la persona. Ser positivos. Atender y apoyar las iniciativas locales. ¿Cuáles son los mecanismos internos de los países para que puedan salir adelante por sí mismos? Si no contamos con la sociedad civil, perdemos las pequeñas acciones que hacen posible el cambio. Es necesario ofrecer información sobre la gestión de las asociaciones y procurar su formación para que encuentren sus propias vías de desarrollo y pongan en marcha sus propias iniciativas. Los proyectos tienen que estar basados en la participación y ser asumidos por una sociedad activa local para que no perciba la ayuda exterior como una imposición.

También se habla mucho del problema de la corrupción. ¿Qué pasa con toda la gente que trata de cambiar la orientación de ese poder? Desde las iglesias y desde la vitalidad que crece en ellas, la participación en el Foro Social Mundial... desde ahí también se ha logrado mantener viva la confianza.

Es importante comunicar y dar a conocer no sólo los problemas sino también las soluciones. Llamar a la acción, convencer de que los cambios son posibles. Desde CEFOD nos comprometemos a fomentar el intercambio de información para elaborar informes, materiales didácticos, campañas de incidencia... Eso sí, es fundamental que quede claro el mensaje de que no hay que trabajar desde la piedad, sino desde el respeto. Desde la justicia.