21 DE MAYO: DÍA DE LA DIVERSIDAD CULTURAL PARA EL DIÁLOGO Y EL DESARROLLO

  • México

El 21 de mayo se celebra el Día de la Diversidad Cultural para el Diálogo y el Desarrollo y, en esta ocasión, desde Entreculturas ofrecemos un recurso educativo orientado a aprender de las culturas indígenas las formas de relacionarse con la naturaleza y a descubrir que en nuestro día a día podemos incorporar acciones de compromiso y cuidado con la Tierra tal y cómo señalamos en nuestro Informe “La Tierra es nuestra mejor escuela”

Las tres cuartas partes de los conflictos del mundo tienen una dimensión cultural. Superar la división entre las culturas es urgente y necesario para la paz, la estabilidad y el desarrollo. La cultura, en su rica diversidad, posee un valor intrínseco tanto para el desarrollo como para la cohesión social y la paz.

La diversidad cultural es una fuerza motriz del desarrollo, no sólo en lo que respecta al crecimiento económico, sino como medio de tener una vida intelectual, afectiva, moral y espiritual más enriquecedora. Todo esto está presente en las siete convenciones de la cultura, que proporcionan una base sólida para la promoción de la diversidad cultural. Esta diversidad es un componente indispensable para reducir la pobreza y alcanzar la meta del desarrollo sostenible, gracias, entre otros, al dispositivo normativo, hoy día ya completo, elaborado en el ámbito cultural.

Simultáneamente, el reconocimiento de la diversidad cultural – mediante una utilización innovadora de los medios y de los TIC en particular – lleva al diálogo entre civilizaciones y culturas, al respeto y a la comprensión mutua.

La Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural se aprobó en 2001 y a continuación, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 21 de mayo como el Día Mundial de la Diversidad Cultural para el Diálogo y el Desarrollo, a través de su resolución 57/249  de diciembre de 2002.

Café cultivado por familias indígenas tseltales en la selva norte de Chiapas, México

Capeltic es una empresa de economía social y solidaria formada por familias indígenas tzeltales de Chiapas y colaboradores que trabajan por la justicia social y la defensa del territorio, generando propiedad social y eficiencia empresarial. 

El pueblo tseltal pertenece a la familia maya. Actualmente son el grupo indígena más numeroso en Chiapas. Al igual que muchos de los pueblos indígenas de México, y del mundo, las comunidades tseltales han sido históricamente sometidos a estructuras de dominación y empobrecimiento por lo que, a lo largo de los años, han tenido que organizarse para resistir y recuperar la propiedad y destino de su territorio. La manera de ser de los tseltales ha sido determinada por el lugar histórico que configuró sus formas de resistencia y sobrevivencia.

Óscar Rodríguez (Capeltic) nos explica más sobre este proyecto de economía social

Para estas comunidades la actividad más importante es la pequeña agricultura familiar diversificada: producen maíz, frijol, calabaza, chile e incluyen cultivos comerciales como el café. Al igual que muchas familias campesinas, los esquemas de producción son para el autoconsumo, por lo que la diversidad de cultivos es fundamental para asegurar la riqueza en el alimento y evitar depender de un solo producto.

El trabajo de Capeltic y de Yomol A’tel en el territorio tseltal encuentra su origen en la Misión Jesuita de Bachajón que, desde 1958, ha acompañado el caminar y resistir de 600 comunidades en la región Selva Norte de Chiapas.

Son estas comunidades tseltales de la Selva Norte de Chiapas las que cultivan el café 100% orgánico que, tras mucho trabajo y un meticuloso cuidado, llega a las cafeterías Capeltic como una apuesta económica y social para tomar en sus manos el destino de su territorio.

La iniciativa surge a raíz de que los productores tseltales considerasen injusto el beneficio que recibían por la venta de su café (cuyo precio venía determinado por la fluctuación del dinero en la bolsa estadounidense y los intereses de los intermediarios), de ahí que se organizaran para buscar una alternativa completa: añadir valor a su café, aliarse con intermediarios que compartieran su filosofía de respeto al medio ambiente y crear una cadena de cafeterías (ubicadas normalmente en las universidades de las ciudades) en las que vender su producto a un precio justo, aprovechando también para sensibilizar y transmitir sus valores a la sociedad.

La intención del proyecto es ser referencia en cuanto a calidad y participación social en diversos puntos de venta, con el fin de retribuir de manera justa y digna el trabajo de pequeños productores indígenas y sus familias y convertirse en un espacio cooperativo e intercultural de activación y vinculación de la comunidad a la que atiende y con la que interactúa directamente. Sus esfuerzos están centrados en modificar la correlación de fuerzas que actualmente se encuentran en contra de las familias tseltales y de las personas en contextos urbanos con las que trabajan. 

El papel que este tipo de iniciativas es clave para fomentar la defensa de los derechos y la cultura de las comunidades indígenas en su rica diversidad. 

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